La apasionante aventura que han vivido Daniel Jiménez y Javier Piñero: la ruta Orbea Monegros.

Michael Jordan, uno de los jugadores más laureados en la historia del baloncesto, dijo en su día que con el talento se pueden ganar partidos, pero trabajando en equipo y con inteligencia se ganan campeonatos.

Hoy os traemos precisamente un ejemplo de compañerismo, superación, fortaleza y, sobre todo, ilusión. Nuestros compañeros Daniel y Javier se fueron el pasado 27 de abril a recorrer una de las rutas más clásicas de mountain bike, la carrera por el desierto de los Monegros, logrando conseguir el objetivo de terminar la dura prueba. Y todo ello superando contratiempos que a nadie se nos habían pasado por la cabeza.

Se hizo una cobertura espectacular del evento. El equipo al completo de Secoe estaba expectante de todo lo que nos iban mandando, ya fueran fotos, vídeos, sensaciones… “Es muy gratificante sentir que hay tanta gente detrás siguiéndonos en esta aventura”, decía Daniel.

Pistoletazo de salida y 9.000 bikers toman las calles de Sariñena, en Huesca, para después adentrarse en el paisaje agreste de la zona. Sol, nervios, buen ambiente… todo parecía ir sobre ruedas hasta que, pasada la primera media hora de la carrera, Daniel, con cierto tono de abatimiento, nos avisó de que Javier había sufrido una aparatosa caída que le provocó fuertes contusiones tanto en las costillas como en el hombro derecho, además de rasguños y heridas superficiales. En ese momento se nos encogió el corazón ya que habían logrado que nosotros, desde casa, viviéramos la etapa como si estuviéramos montados en sus bicis. Parecía que esta aventura se acababa demasiado pronto.

Tres días antes Javier nos comentó algo que podía ser una premonición de lo que iba a vivir en carrera: “el ser humano no tiene límites. Muchas de las barreras residen en nuestra mente; ya no sé si en el lado racional o en el emocional, pero es cierto que una vez aprendes a vivir con ellas y las superas… ¿Cuál es el límite?”. Una vez le hicieron las pertinentes curas, y acompañado de Daniel en todo momento, se volvieron a subir a la bici con la intención de recorrer los más de 100 kilómetros que les quedaban por delante, sobreponiéndose a todos los obstáculos que se iban encontrando, como el fuerte viento de cara que sufrieron a partir del kilómetro 61, justo donde comenzaba un tramo de 30 kilómetros con una pendiente de un 4% y una merma evidente de fuerzas.

También es en situaciones adversas como esta donde se ve la compenetración que dos personas pueden llegar a tener, y que por supuesto es necesaria para conseguir que el trabajo en equipo llegue a buen puerto: “A Daniel y a mí nos une un proyecto profesional, pero también una pasión como es el ciclismo. Las agendas profesionales y personales no nos permiten grandes escarceos para entrenar, es cierto, pero soñábamos con hacer algún día alguna carrera de tipo maratón con nuestras bicicletas de montaña; juntos”, nos decía Javier.

A falta de 3 kilómetros Daniel nos mandaba un vídeo donde era palpable el agotamiento de ambos, pero el objetivo, ahora sí, estaba a tiro de piedra.

Finalmente entraron en meta, consiguiendo bajar de la barrera de las ocho horas, algo impensable cuando en el kilómetro siete Javier se encontraba siendo atendido por los médicos de la organización.
¡¡Enhorabuena a nuestros dos fenómenos!!
