El comedor escolar no es solo comer y jugar. Este momento de descanso entre clases es un espacio donde los infantes van a adquirir recursos que les servirán para toda la vida.
Cuando hablamos de comedor escolar, echamos la vista atrás y nos acordamos del timbre anunciando la hora de salir, la comida en mesas enormes y pasar un rato libre en el patio con nuestros amigos. Esos momentos no cambiarán, aunque como padres y madres ahora nos importa qué comerán nuestros hijos y qué harán después.
Aprender a tener una buena relación con la comida, probar nuevos alimentos, conocer las bases de una alimentación sana o saber cómo repercute en nuestra salud. Saber compartir, trabajar en equipo, esperar el turno, resolver pequeños conflictos o regular las emociones. Estas aptitudes se desarrollan en las horas de patio y comedor.

Atrás ha quedado el simple “salir al recreo”. El aprendizaje de hábitos nutricionales saludables (educación nutricional) es fundamental, y de igual forma lo es el “aprender jugando” (educación emocional). Las relaciones interpersonales que se forjan, el desarrollo de habilidades sociales, los valores y las experiencias positivas. Por eso, en la escuela moderna, es tan importante la hora de comer como la de después.
En Secoe llevamos más de 40 años ofreciendo servicios de comedor, y somos muy conscientes de ello. Ponemos muchísimos esfuerzos en ofrecer una comida sana y de calidad; pero también en desarrollar un plan educativo, creando y supervisando un espacio de aprendizaje dinámico con talleres, juegos cooperativos, deportes, asambleas, días temáticos… Y lo seguimos mejorando y renovando curso tras curso.
De igual forma, seleccionamos a nuestro personal, quien desempeña su labor poniendo en práctica los recursos añadiendo sus conocimientos y destrezas. Es este, en fin, quien pasa tiempo de calidad para nuestros hijos.

Berta Ponce
Psicoterapeuta infanto juvenil
Departamento de Educación de Secoe